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Barack Obama, Moshe Dayan, Ho Chi Mihn, Valentina Terechkova, Kissinger, Platón, Isabel la católica, Leónidas Breznev, Nat Turner, William Blake, Johann Pestalozzi, Chico Mendes, Rafael del Riego, Champollion.
Las alturas de la popularidad y el patriotismo aún son el camino trillado hacia el poder y la tiranía; la lisonja, hacia la perdición; los ejércitos en armas, hacia el gobierno arbitrario; y la gloria de Dios, hacia los intereses temporales del clero.
Nada es más sorprendente que ver la facilidad con que los muchos son gobernados por los pocos.
David Hume (1711 - 1776), filósofo empirista escocés.
Las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano. La papeleta es un puñal de papel.
No se pueden alimentar hambrientos con estadísticas.
David Lloyd George (1863 - 1945), político y primer ministro británico entre 1916 y 1922.
Los miserables que acceden a los cargos, cuanto más indignos son al llegar a ellos tanto más ociosos se hacen y más se llenan de insensatez y de engreimiento.
Demócrito de Abdera (h. 460 a.C. - h. 370 a.C.), matemático y filósofo griego presocrático.
Toda palabra es vana y vacía a menos que vaya acompañada de hechos.
Demóstenes de Atenas (h. 384 a.C. - 322 a.C.), político y orador griego.
Estamos más bien desvalidos ante la propaganda totalitaria.
Denis de Rougemont (1906 - 1985), escritor y filósofo suizo.
Cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden, poner las cosas en orden siempre significa poner las cosas bajo su control.
Denis Diderot (1713 - 1784), escritor y filósofo francés y editor de la primera enciclopedia.
Los políticos deberían desterrar la palabra nunca porque las cosas cambian y la paz se hace con los enemigos y no con los amigos.
Desmond Tutu (1931 - 2021), religioso y pacifista sudafricano luchador contra el Apartheid.
Hay que saber navegar con viento de proa.
La presencia de los príncipes es fecunda como la del sol... Por esto concurren tantos a las cortes, desamparando el servicio ausente, donde más ha menester el príncipe a sus ministros. El remedio será arrojar lejos el señuelo de los premios, y que se reciban donde se merecen, y no donde se pretenden, sin que sea necesario el acuerdo del memorial y la importunidad de la presencia.
Lo que se promete y no se cumple lo recibe por afrenta el superior, por injusticia el igual y por tiranía el inferior; y así, es menester que la lengua no se arroje a ofrecer lo que no sabe que puede cumplir.
Diego de Saavedra Fajardo (1584 - 1648), escritor y diplomático español.