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Vicealmirante Nelson, María Antonieta, Blaise Pascal, Jean-Paul Marat, Godoy, Imanuel Kant, Beethoven, Gregor Mendel, Henry Morton Stanley, Louis Pasteur, Boris Yeltsin, Jerónimo, Concepción Arenal, Thomas Alva Edison.
Muchos son los buenos, si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a su conciencia.
Francisco de Quevedo (1580 - 1645), escritor español.
Las almas bellas son las únicas que saben todo lo que hay de grande en la bondad.
François de Salignac de la Mothe (1651 - 1715), poeta y escritor francés, alias Fénelon.
Puede ser bueno que los demás sepan hasta qué punto somos buenos.
Gilbert Keith Chesterton (1874 - 1936), escritor británico.
Un verdadero signo del hombre bueno es que ama a su padre y a su madre.
George Ivanovich Gurdjieff (1872 - 1949), místico, filósofo y escritor ruso.
Nada deseamos porque sea bueno, sino que es bueno porque lo deseamos.
George "Jorge" Santayana (1863 - 1952), poeta y filósofo estadounidense de origen español.
Así como el horror es la medida del amor, la sed del mal es la medida del bien.
Georges Bataille (1897 - 1962), escritor, antropólogo y pensador francés.
Mis éxitos y mis fracasos, lo bueno y lo malo que he experimentado, todo me ha demostrado que este mundo, tanto físico como moral, el bien sale siempre del mal, igual que el mal del bien.
Giacomo Girolamo Casanova (1725 - 1798), aventurero, escritor y diplomático.
El bien consiste en vivir conforme a la propia ley. Lo único que puede producir el bien es el conocimiento y la aplicación de la ley de la humanidad.
Giuseppe Mazzini (1805 - 1872), revolucionario, filósofo y político italiano.
No puedo desear que ganen los buenos, ya que ignoro quiénes son.
Gonzalo Torrente Ballester (1910 - 1999), escritor y profesor de Historia español.
La bondad, no el genio, ni la gloria, ni el amor es lo que refleja la grandeza del alma humana.
Sobre todo, sé bueno: la bondad, más que ninguna otra cosa, es lo que mejor desarma a los hombres.
Henri-Dominique Lacordaire (1802 - 1861), político y predicador religioso francés.
Comunicar la felicidad y hacer el bien, he aquí la ley, el áncora de salvación, el faro, la razón de ser.
Henri-Frédéric Amiel (1821 - 1881), filósofo y escritor suizo.